El bien y el mal son siempre relativos a un sujeto. Cada uno distinguimos que es lo bueno o lo malo dentro de cada uno. Bien es cierto que muchas veces nos equivocamos sobre lo que nos conviene, pero en términos generales sabemos que es lo bueno y lo malo. En este sentido, podemos expandir perfectamente esta concepción a las demás personas. Saber si se está deseando algo bueno o algo malo a otra persona, es algo que todos sabemos en el momento en que lo pensamos o hacemos. Es posible que nos equivoquemos sobre lo que realmente conviene a esa persona o no, pero la intención nadie la quita. Eso sí, hay que ver bien si esa intención es pura o está inducida por pretensiones egoístas, es decir, que estamos diciendo que utilizamos a la otra persona como medio para nuestros fines -y no como un fin en sí misma, tal como diría Kant-, y en realidad no estamos engañando: estamos diciendo que le hacemos bien para justificar nuestras egoístas razones.
"El corazón tiene razones que la razón no entiende" Blaise Pascal
No obstante, este engaño, me parece claro para el que lo realiza: sólo hay que preguntar al corazón para saber cual es la verdad sobre lo que hacemos o dejamos de hacer. Sólo hay que desnudar la mirada.
Tras este punto preliminar, pasaré a lo que realmente me interesa, que no es otra razón que defender la postura del altruismo moderado que expliqué anteriormente.
Mi argumento anteriormente propuesto era el de que nuestras acciones se proyectan sobre las consecuencias positivas de los demás porque precisamente esas personas nos importan, nos duelen. Sin embargo, la cuestión es la de por qué alguien debería buscar esta empatía y no, por el contrario, alejarse de ella. Lo primero que un egoísta aduciría sería el hecho de que tal sentimiento es una debilidad, algo inútil que entorpece los verdaderos fines que él quiere. Es decir, que parte de que las otras personas no le importan. Si mi argumento es débil porque postulo que debemos preocuparnos por los demás, éste de la debilidad se basa justamente en lo contrario: no debemos preocuparnos por los demás. Por esto, ninguno de los dos tiene más fuerza que el otro.
Muchos egoístas no querrán admitir esto. Dirán que sus fines son más importantes. Que tienen en consideración a los demás, pero dentro de una escala de valores, estos se quedarán por debajo. Yo creo que tener en cuenta a alguien supeditándola a otros fines, no es tenerla realmente en cuenta. Porque una persona es persona siempre, no deja de serlo cuando es más importante aumentar las ventas, la audiencia o los votos.
El argumento anteriormente dado es el más utilizado por parte de aquellos que se mueven en el contexto de la lucha de poderes, por decirlo claro como en la frase anterior: el mundo empresarial, los medios de comunicación o la política. Dentro de un ámbito más cultural o académico, se sirven de otros alegatos.
En primer lugar, analizaré el conocido darwinismo social. Actualmente, debido precisamente a los desastres del nazismo, esta teoría está de capa caída, sin embargo, subyace en las mentes de muchas personas. Por esto voy a analizarlo.
Básicamente es la idea de que al igual que en la naturaleza se lucha por la supervivencia y sólo se mantienen los más fuertes, en la sociedad debe pasar igual. Como bien dice el argumento, tal lucha es algo que debería suceder, es decir, que puede suceder o no, pero se plantea como un ideal. Y es que las leyes de la naturaleza no pueden transgredirse porque son inmutables, pero las leyes humanas son contingentes, por lo que resultan perfectamente quebrantables. Establecer por esto una relación necesaria entre naturaleza y legalidad no tiene sentido.
Ahora bien, otra cosa es que pensemos que debamos imitar a la naturaleza. ¿Por qué razón habríamos de hacerlo? ¿Por qué pensamos que la raza humana debe perfeccionarse? Esto es supeditar a las otras personas a otros fines, tal como explicaba en el argumento anterior. Es decir, que éste está apoyado en aquél, por lo tanto, ambos son iguales de fuerte que el mío de la solidaridad.
Otro juicio que es el de la apreciación estética. Esto es, justificar las acciones egoístas porque los resultados son estéticamente bellos. Ejemplo de esto puede ser la belleza de las tragedias griegas, el pathos. En otras palabras: el universo es más bello en cuanto que es más trágico. No deja de ser cierto que esto en las obras de arte puede ser cierto. Personalmente me gustan las películas en las que hay violencia. No quiero decir que me gusten las de acción, sino aquellas en las que la violencia es algo que está dentro de la obra como un elemento que le da vida.
No obstante una cosa es el arte y otra la vida real. Dentro de un universo pacífico pueden desarrollarse perfectamente obras de arte con violencia. Pero no me detendré en este punto que sería extenso.
La cuestión es que el hecho de que una obra de arte pueda ser bella, es precisamente porque no es real. La contemplación de una obra de arte donde se muestra dolor es bella, pero el dolor no. Una obra de arte sobre la Primera Guerra Mundial puede ser bella, pero tal guerra no lo fue. Esa parte del todo es bella porque se abstrae de tal todo, pero en cuanto está dentro, en cuanto la gente sufre de verdad, esto no puede ser bello. Aunque para decir esto tendría que analizar el término belleza, cosa que no voy a hacer aquí. Pero esto no importa ahora: si alguien piensa que es bello esta supeditando la vida a la belleza, y este paso, es el que yo critico. Como puede verse es exactamente igual que antes.
Hasta ahora, no he desarrollado nada a favor de mi argumento. Simplemente he ido analizando algunas posibles réplicas a él.
En realidad, tampoco hay mucho que decir. Quien siente a los demás, siente sus pesares, pero a su vez, siente su felicidad. Es así de simple. Actuamos buscando el bien, al menos para nosotros, y sabemos muy bien lo bien que se siente cuando lo conseguimos, ¿pero que se siente cuando se siente la felicidad de los demás? Sin duda mucho más. No sabría explicarlo científicamente, no sabría remitirme a unos datos objetivos. Es totalmente al contrario: me refiero a mis sentimientos. Cada uno puede juzgar sus sentimientos, es decir, recordar lo sentido y comparar con sinceridad. Si alguien no sabe de lo que hablo debería probarlo, pues estoy seguro que podrá comprobar que ayudar, llena más vacío que todo lo que el dinero pueda comprar.
Buscar el bien a los demás, incluyéndose a uno mismo, es un buen proyecto de vida, pues sus buenos resultados son sin duda, la mejor forma y más edificante, de darle sentido a la vida.
Un saludo.
P.D.: Me gustaría que alguien me respondiese e hiciese de abogado del diablo dándome argumentos en contra...