02 mayo, 2007

Clímax de amor


Si mover los hilos del destino yo pudiera
por nada un paso retrocedería a tu encuentro.
Las fluctuaciones de mi psique un vínculo son
con la armonía enredada de tu pensamiento.

Tu dormitar sereno despierta mi interés.
Hirsuta es la cúspide del clímax que no anhelo,
e impertérrita la piel, de los soles añejos,
de las lunas voraces, de traviesos efebos.

Los matinales íncubos que mi boca cierran,
con ácidos frugíferos mi médula quiebran.
Añaden motivos de locura inesperada,
o maldicen el tedio de las nupcias robadas.

Entre los jaramagos de unas antiguas ruinas
encontré una llave especialmente fundida
para la puerta prohibida de tu corazón.
El óxido de amor se despega con dolor.

La hilarante fortuna me sonríe de nuevo,
con su néctar de sueños y canciones vacías,
con el grave resonar de las grandes jaurías.
Mis ojos señalan el retorno del mancebo:

Tu dormitar sereno despierta mi interés.
De las lunas voraces, de traviesos efebos,
de los soles añejos, es hirsuta su piel,
e impertérrita la cúspide que no anhelé.

Las fluctuaciones de mi psique un vínculo son
con la armonía enredada de tu pensamiento.
Si mover los hilos del destino yo pudiera
por nada un paso retrocedería a tu encuentro.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Genial. Besos.Te quiero