02 mayo, 2007

Ocho frases sobre la justicia

Ver este post en el periódico Qué!

· Incluso aquél que pretende ser más justo acaba no siéndolo por la impotencia de su proceder.


· Sólo la justicia que tiene en cuenta todas las variables es justa.

· No hay nada más injusto que el daño.

· Difícil es hallar un daño justificado.


· Dañar a un semejante siempre es injusto.


· El único camino para conseguir ser justo es el conocimiento.


· El conocimiento educa el corazón.


· Incluso aquél de corazón más puro puede ser injusto por su ignorancia.


· Incluso aquél que pretende ser más justo acaba no siéndolo por la impotencia de su proceder.



No hay que entender estas frases con una conexión directa, pero en cierto modo sí que les subyace un determinado sistema lógico (y obviamente ético) que ya sería más largo y complejo de explicar. De momento expongo estas frases de forma no sistemática por si a alguien le puede interesar. No obstante, para aclarar (o confundir) un poco el tema, me tiraré a la piscina dando mi definición de justicia. Una definición debe ser, de un concepto, su esqueleto. Por lo tanto, lo más breve y concisa posible. Ésta es: la justicia es la correcta correspondencia.

Un saludo.

Clímax de amor


Si mover los hilos del destino yo pudiera
por nada un paso retrocedería a tu encuentro.
Las fluctuaciones de mi psique un vínculo son
con la armonía enredada de tu pensamiento.

Tu dormitar sereno despierta mi interés.
Hirsuta es la cúspide del clímax que no anhelo,
e impertérrita la piel, de los soles añejos,
de las lunas voraces, de traviesos efebos.

Los matinales íncubos que mi boca cierran,
con ácidos frugíferos mi médula quiebran.
Añaden motivos de locura inesperada,
o maldicen el tedio de las nupcias robadas.

Entre los jaramagos de unas antiguas ruinas
encontré una llave especialmente fundida
para la puerta prohibida de tu corazón.
El óxido de amor se despega con dolor.

La hilarante fortuna me sonríe de nuevo,
con su néctar de sueños y canciones vacías,
con el grave resonar de las grandes jaurías.
Mis ojos señalan el retorno del mancebo:

Tu dormitar sereno despierta mi interés.
De las lunas voraces, de traviesos efebos,
de los soles añejos, es hirsuta su piel,
e impertérrita la cúspide que no anhelé.

Las fluctuaciones de mi psique un vínculo son
con la armonía enredada de tu pensamiento.
Si mover los hilos del destino yo pudiera
por nada un paso retrocedería a tu encuentro.